Artículo de Opinión /
19-08-2018
Cortesía: Twitter
María Corina Machado
El horror como espectáculo. A eso ha
llegado la tiranía. Se ufana de la tortura, de la degradación de la dignidad
humana, del dolor ajeno. Llegaron al último nivel: torturan a sus secuestrados
y lo muestran impúdicamente; como hacen los terroristas.
Es terrorismo de Estado. Y hay que decirlo
así, porque la gente está harta de mentiras, de eufemismos, de excusas. Hay que
hablar con la verdad y asumirla, aunque sea dura. Y lo es.
La verdad es que todo colapsa: medio país
a oscuras y la otra mitad bajo el agua. Colapsa el parque automotor y la
moneda. La verdad es que la Soberanía Nacional se hace añicos, la salud pública
se gangrena y la producción petrolera, como la agroalimentaria, están en caída
libre.
Maracaibo fue la primera ciudad que tuvo
luz en Venezuela y por primera vez desde que se instaló el
Sistema de Interconexión Nacional, quedó aislada y sin luz por más de cinco
días.
Los técnicos lo han advertido: ciudades del centro del país como Valencia, Maracay y Barquisimeto,
entre otras, van por el mismo camino.
Al mismo tiempo, en el otro extremo del
país, la crecida del Orinoco pretendió ser silenciada por la indolencia y el
cinismo del régimen; como me dijo Ana en su casa inundada en el barrio La Toma
de Ciudad Bolívar: “y además, son capaces de decir que esto es un montaje”....
Ni un puente aéreo a Amazonas, ni uno fluvial a Apure. La verdad es que no les
importa nada ni nadie.
La verdad es que la Fuerza Armada sabe que
el régimen ultrajó nuestra Soberanía Nacional: la Farc y
el ELN se pelean el control del Arco Minero en Guayana,
y en el Catatumbo un comandante guerrillero “denuncia” que el
Ejército ingresa a “nuestro” territorio y así justifica el asesinato de dos
militares venezolanos por explosiones de minas.... y el “alto mando”.... ni una
palabra... quizás se están debatiendo entre sus familias y la “lealtad” al
tirano, como les ordenó Maduro.
La verdad es que Maduro sí sabe cómo lo
desprecian en los cuarteles. Igual que en la calle. En su locura desenfrenada
les dijo a los oficiales que escogieran entre sus madres o sus carreras; entre
sus hijos y un reo de la justicia, condenado por corrupto....Como hicieron
tantos totalitarismos antes.
La verdad es que los oficiales y soldados ya
escogieron.
La verdad es que a Maduro sólo le queda la
persecución y el terror. Porque él está aterrado. Se quedó solo y ni se atreve
a asomarse a esas “marchas” escuálidas de empleados públicos a quienes ya no
tienen con qué amenazar; ¿qué les van a quitar? ¿Un sueldo que cada mes vale
menos sin importar cuántas veces lo aumenten?
Maduro sabe que lo único que le queda es
la cúpula militar y una parte de la Casa Militar. Más nada.
La verdad es que por eso ya ni se atreve a
ir a Miraflores. Los que si se atreven son las enfermeras y los vecinos de
Altagracia y La Pastora, a gritarle en su cara: ¡Fuera Maduro!, en medio de un
apagón de 40 horas.
Ésta es la verdad. El régimen ha logrado
el colapso total del país y con ello inexorablemente arrastra al sistema
completo; incluyendo a quienes colaboran con él.
Los ciudadanos militares también deben
comprender, de una vez por todas, que aquellos que se han convertido en la
última barrera para la transición a la democracia, tienen la responsabilidad y
una última oportunidad de hacer lo correcto.
La sabiduría popular criolla tiene un dicho:
“quien le pega a la familia se arruina...”
En su desesperación, Maduro se atrevió a
meterse pública y descaradamente con la familia venezolana; porque sabe que,
precisamente, la unión de la familia civil y de la familia militar lo va a
desalojar de Miraflores.
Esa es la pura verdad.
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